Si bien hemos visto que
algunas pedagogías, como la de Comenio, acentuaban el momento grupal del
pastorado, otras, como la jesuita, practicaban la relación individual como
forma de conducción. La estructura del aula y la organización de las
interacciones desarrolladas a partir de estos principios fueron, por lo tanto,
diferentes.
Sin embargo, La Salle produjo una síntesis en la cual la obediencia grupal y la
individual se combinaban, no haciendo una mezcla de métodos, sino dándole la
primacía al método global y, por lo tanto, al grupo como interlocutor. La Salle
optó por una forma de conducción que aceptaba que la obediencia grupal era lo
decisivo. En ella, una desobediencia individual no producía catástrofes, podía
ser corregida, pero una desobediencia grupal se consideraba grave.
En una sociedad que
comienza a moverse hacia la masificación, veremos qué fuerza adquirirá esta
forma de conducción basada en el grupo escolar cuando las sociedades comiencen
a cambiar radicalmente sus principios de funcionamiento a fines del siglo
XVIII.
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