domingo, 25 de mayo de 2014

Omnes o el costado grupal del aula: el método global de Jan Amos Comenio:
Jan Amos Comenio (1592-1670), otro reformador religioso que se comprometió con la causa de la autonomía de los checos (dominados por diversos principados alemanes) y murió en el exilio, en Amsterdam. Comenio fue un clérigo preocupado por la universalización del mensaje divino, por la lectura de la Biblia y por la moralización de amplias masas. Escribió varias obras educativas – entre ellas, libros con ilustraciones y un famoso libro de enseñanza de lenguas extranjeras que fue utilizado durante 400 años en las escuelas europeas-, pero su obra programática más importante en el campo de la pedagogía es la Didáctica Magna (1632), obra que funda la didáctica escolar moderna. Aunque no llegó a transformar las prácticas educativas de su época, sentó las premisas sobre las que se estructuró el aula moderna.
La tesis central de Comenio, su sistema de metáforas, se apoyaba en la naturaleza: ”al procurar los remedios para los defectos naturales, no debemos buscarlos en otra parte sino en la misma naturaleza. (…) De todo esto se deduce que ese orden que pretendemos que sea la idea universal del arte de aprender y enseñar todas las cosas, no debemos ni podemos tomarle de otra parte que no sea de la enseñanza de la Naturaleza”(Comenio, 1986). Por ejemplo, cuando trataba de fundamentar la solidez como eje del método para enseñar y aprender, Comenio procedía planteando principios o axiomas, como “la naturaleza no hace cosa alguna sin fundamento o raíz”, y mostrándolos como imitación de la naturaleza (en este caso, el árbol que crece cuando se afianzan sus raíces, o el arquitecto que edifica una casa a partir de los cimientos). De la misma manera, los docentes deben empezar por hacer dóciles y atentos a los alumnos, basarse en su gusto y voluntad, y educar su entendimiento y memoria; ésas son las raíces de la enseñanza-aprendizaje (Comenio, 1986).
Su concepción era cosmológica, esto es, estaba basada en un orden “natural” considerado como parte de la creación divina. Dentro de los proyectos de educación elemental del siglo XVII, Comenio representó una línea no antropocéntrica, ya que el hombre no constituía el centro del currículum: mientras otros programas se inclinaban por presentarlas tal como el hombre las ve y tal como las usa, “Comenio presenta las cosas en su orden divino” (Helmer, 1990). Creía que a través de la imitación de la naturaleza se podría llegar a implementar las leyes de la creación divina y alcanzar su perfección. Decía hacia el final de la Didáctica Magna:Es nuestro deseo que el método de enseñar alcance tal perfección, que entre el usual y corriente, hasta ahora, y este nuevo procedimiento didáctico exista igual diferencia que la que admiramos entre el antiguo arte de multiplicar los libros, mediante la copia, y el arte de impresión de los libros, recientemente descubierto pero que ya se ha vuelto costumbre” (Comenio 1986). En este siglo de “confesionalización” en que se intentó producir una nueva piedad, una fe más reflexiva e interiorizada, el éxito de la enseñanza pasó a ser central. La eficacia de la transmisión fue un problema central para Comenio cuando formuló su método. “(…) el método de enseñar fue hasta ahora tan indeterminado que cualquiera se atrevió a decir: “Yo educaré a este jovencito en tantos y tantos años, de este o el otro modo le instruiré, etc.”. Nos parece que este método debe ser : “Si el arte de esta plantación espiritual puede establecerse sobre fundamento tan firme que se emplee de un modo seguro sin que pueda fallar” (Comenio, 1986).
Educar no era algo simple y que cualquiera podía hacer; por el contrario, se requería saber las reglas del método y estar dispuesto a aplicarlas. Esta idea del método y el orden era muy cara a los protestantes; Comenio la desarrolló con creces para la enseñanza elemental. Asimismo, Comenio tenía conciencia de la ruptura que su tecnología del aula suponía en relación con el mundo medieval y con las formas de aprendizaje elemental del pasado. Se oponía a las enseñanzas que iban contra la voluntad del niño y a quienes usaban el castigo como método educativo; también propuso que las aulas, en vez de esos salones oscuros e indiferenciados, fueran salas agradables, llenas de luz, limpieza y pinturas educativas en las paredes.

Sin embargo, la novedad del método residió ante todo, más que en su carácter sistemático y en su fundamento en la naturaleza, en su globalidad y frontalidad. Comenio enunció como programa del futuro el aula que hoy llamamos “tradicional”: el docente – como figura centralizada o “encarnación” de la autoridad- expone didácticamente frente a los alumnos que lo escuchan y obedecen. Un problema central de esta propuesta es lograr que los alumnos efectivamente escuchen, y así emergió el tema de la motivación-atención como objeto de preocupación de la pedagogía.

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