Omnes o el costado grupal del aula: el
método global de Jan Amos Comenio:
Jan Amos Comenio
(1592-1670), otro reformador religioso que se comprometió con la causa de la
autonomía de los checos (dominados por diversos principados alemanes) y murió
en el exilio, en Amsterdam. Comenio fue un clérigo preocupado por la
universalización del mensaje divino, por la lectura de la Biblia y por la
moralización de amplias masas. Escribió varias obras educativas – entre ellas,
libros con ilustraciones y un famoso libro de enseñanza de lenguas extranjeras
que fue utilizado durante 400 años en las escuelas europeas-, pero su obra
programática más importante en el campo de la pedagogía es la Didáctica Magna (1632), obra que funda la
didáctica escolar moderna. Aunque no llegó a transformar las
prácticas educativas de su época, sentó las premisas sobre las que se
estructuró el aula moderna.
La tesis central de
Comenio, su sistema de metáforas, se apoyaba en la naturaleza: ”al procurar los
remedios para los defectos naturales, no debemos buscarlos en otra parte sino
en la misma naturaleza. (…) De todo esto se deduce que ese orden que
pretendemos que sea la idea universal del arte de aprender y enseñar todas las
cosas, no debemos ni podemos tomarle de otra parte que no sea de la enseñanza
de la Naturaleza”(Comenio, 1986). Por ejemplo, cuando trataba de fundamentar la
solidez como eje del método para enseñar y aprender, Comenio procedía
planteando principios o axiomas, como “la naturaleza no hace cosa alguna sin
fundamento o raíz”, y mostrándolos como imitación de la naturaleza (en este
caso, el árbol que crece cuando se afianzan sus raíces, o el arquitecto que
edifica una casa a partir de los cimientos). De la misma manera, los docentes
deben empezar por hacer dóciles y atentos a los alumnos, basarse en su gusto y
voluntad, y educar su entendimiento y memoria; ésas son las raíces de la
enseñanza-aprendizaje (Comenio, 1986).
Su concepción era
cosmológica, esto es, estaba basada en un orden “natural” considerado como
parte de la creación divina. Dentro de los proyectos de educación elemental del
siglo XVII, Comenio representó una línea no antropocéntrica, ya que el hombre
no constituía el centro del currículum: mientras otros programas
se inclinaban por presentarlas tal como el hombre las ve y tal como las usa,
“Comenio presenta las cosas en su orden divino” (Helmer, 1990). Creía que a
través de la imitación de la naturaleza se podría llegar a implementar las
leyes de la creación divina y alcanzar su perfección. Decía hacia el final de
la Didáctica
Magna: “Es nuestro deseo que el método de enseñar alcance tal perfección,
que entre el usual y corriente, hasta ahora, y este nuevo procedimiento
didáctico exista igual diferencia que la que admiramos entre el antiguo arte de
multiplicar los libros, mediante la copia, y el arte de impresión de los
libros, recientemente descubierto pero que ya se ha vuelto costumbre” (Comenio
1986). En este siglo de “confesionalización” en que se intentó producir una
nueva piedad, una fe más reflexiva e interiorizada, el éxito de la enseñanza
pasó a ser central. La eficacia de la transmisión fue un problema central para
Comenio cuando formuló su método. “(…) el método de enseñar fue hasta ahora tan
indeterminado que cualquiera se atrevió a decir: “Yo educaré a este jovencito
en tantos y tantos años, de este o el otro modo le instruiré, etc.”. Nos parece
que este método debe ser : “Si el arte de esta plantación espiritual puede
establecerse sobre fundamento tan firme que se emplee de un modo seguro sin que
pueda fallar” (Comenio, 1986).
Educar no era algo
simple y que cualquiera podía hacer; por el contrario, se requería saber las
reglas del método y estar dispuesto a aplicarlas. Esta idea del método y el
orden era muy cara a los protestantes; Comenio la desarrolló con creces para la
enseñanza elemental. Asimismo, Comenio tenía conciencia de la ruptura que su
tecnología del aula suponía en relación con el mundo medieval y con las formas
de aprendizaje elemental del pasado. Se oponía a las enseñanzas que iban contra
la voluntad del niño y a quienes usaban el castigo como método educativo; también
propuso que las aulas, en vez de esos salones oscuros e indiferenciados, fueran
salas agradables, llenas de luz, limpieza y pinturas educativas en las paredes.
Sin embargo, la novedad
del método residió ante todo, más que en su carácter sistemático y en su
fundamento en la naturaleza, en su globalidad y frontalidad. Comenio enunció
como programa del futuro el aula que hoy llamamos “tradicional”: el docente –
como figura centralizada o “encarnación” de la autoridad- expone didácticamente
frente a los alumnos que lo escuchan y obedecen. Un problema central de esta
propuesta es lograr que los alumnos efectivamente escuchen, y así emergió el tema de la motivación-atención como objeto de preocupación de
la pedagogía.
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