El aula como materialidad y como
comunicación:
Saber por qué el aula
que conocemos es como es nos ayuda a ver qué decisiones se tomaron en el pasado
y qué procesos ocurrieron para que hayamos llegado a esta configuración
determinada. Nuestro argumento central es que el aula de clase es
una construcción histórica, producto de un desarrollo que incluyó otras
alternativas y posibilidades. Dado que el aula es el ámbito
principal de nuestra actividad docente, interrogar lo obvio, ver por qué
triunfó esa opción y qué opciones quedaron excluidas, puede contribuir a pensar
otros caminos para nuestras prácticas.
Para abordar nuestra
genealogía, se quiere discutir primero qué es el aula. Ésta tiene, muchos
elementos. No sólo los docentes y los alumnos, sino el mobiliario, los aparatos
didácticos, las cuestiones de arquitectura escolar, todo forma parte del aula.
Los bancos escolares, los pizarrones y los cuadernos tienen una historia y una
especificidad de la que conocemos poco hasta ahora. Además de esta
materialidad, el aula implica también una estructura de comunicación
entre sujetos. Está definida tanto por la arquitectura y el
mobiliario escolar como por las relaciones de autoridad, comunicación y
jerarquía que aparecen en el aula tal como la conocemos y que son tan básicas a
la hora de enseñar que muchas veces pasan inadvertidas.
¿Cómo se caracteriza
esta comunicación del aula? Sabemos que es una comunicación jerárquica: sus reglas no son
definidas por todos, sino que hay muchas decisiones ya tomadas cuando los
chicos y los maestros entran al aula. Sabemos también que es una relación que
no se basa únicamente en el saber, que no sólo tiene que ver con quién sabe más
matemática, sino que es una relación de poder: el docente, por el solo hecho de
serlo, más allá de cómo enseñe o de cuánto sepa, tiene más poder para definir
las cosas que pasan que los chicos. Claro que este poder no es absoluto, ya que
el docente enseña en una escuela que se encuentra definida por leyes,
opiniones, planes de estudio y demás cosas; pero con todo, tiene el poder de
definir las pautas de esa relación, de hacerla más igualitaria, más variada, o
más uniforme y jerárquica. Dado que la situación de enseñanza
implica una compleja situación de poder, consideramos que la enseñanza como
“conducción” del aula puede estudiarse en relación con la conducción de las
sociedades y de los grandes grupos.
El aula, entonces,
puede pensarse como una situación de gobierno. Son estas conexiones entre aula
y gobierno. Son estas conexiones entre aula y gobierno las que orientarán
nuestra genealogía. Ésta es la perspectiva que elegimos:
la historia de las formas de comunicación y gobierno del aula moderna como
parte de una historia más amplia, la historia del gobierno de las sociedades
modernas.
Se cree que ésta es una línea central en la reflexión
pedagógica, de la que no siempre nos hacemos cargo los educadores. Cuando un
maestro lee su recibo de sueldo o ve la cantidad de instancias que están por
encima de él y que deciden sobre su tarea (ministerios, leyes, directores,
especialistas), puede que piense que él no tiene poder alguno. Esta estructura
del sistema y la cotidianidad de las frustraciones y los pequeños logros hacen
difícil para los maestros pensar sobre el poder en general y sobre el propio
poder en particular. Hemos visto cómo el poder es algo que está en todos lados,
es omnipresente, y cómo circula, se transforma y se consolida. En lo sucesivo, queremos ver cómo se ha construido esa estructura de
poder particular que es la enseñanza en el aula, y si las formas del
“liderazgo” del aula se relacionan con las formas del “liderazgo” en la
sociedad y en la política.
Se pretende ver si
algunas características del gobierno de las sociedades modernas tienen que ver
con las formas del “gobierno de los niños”, como algunos autores definían la
educación hace 200 años. Si durante mucho tiempo se ha hablado de la educación
“autoritaria”, ¿es sólo porque hubo dictaduras o porque el autoritarismo
también está en el aula, en su interior? Este uso del término “autoritario”
quizá nos está diciendo que ente la conducción de la sociedad y la “conducción”
del aprendizaje existen algunas analogías.
Las vinculaciones entre
gobierno y pedagogía fueron discutidas ampliamente por otros autores, entre
ellos el filósofo Immanuel Kant. Cuando hace algunas décadas Sigmund Freud- el
fundador del psicoanálisis- empezó a reflexionar sobre cuándo debe terminar la
terapia psicoanalítica e intentó formular cuál era el punto de madurez de la
acción terapéutica, se encontró ante una pregunta aun más radical. ¿Existe
realmente ese punto en el que se puede decir que una persona está curada? Freud
contesta provisionalmente que sí, y agrega: “Detengámonos un momento para
asegurar al analista nuestra propia simpatía sincera por tener que cumplir él
con tan difíciles requisitos en el ejercicio de su actividad. Y hasta pareciera
que analizar sería la tercera de aquellas profesiones
`imposibles`en que se puede dar anticipadamente por cierta la insuficiencia del
resultado. Las otras dos, ya de antiguo consabidas, son el educar y el
gobernar” (Freud, 1937, 1986).
Con esta afirmación,
Freud intenta formular algo más que el simple hecho de que uno no termina nunca
de educarse, que ningún gobierno es para siempre, por el solo hecho de que no
existe el gobierno “completo” o “perfecto”, o que el final de una terapia
psicoanalítica es un punto relativo. Lo que nos parece sugerente de la
afirmación de Freud es que deja ver que quizás educación, psicoanálisis y gobierno tengan estructuras similares.
Las tres actividades se proponen modificar al sujeto en una dirección
determinada; al mismo tiempo, las tres enfrentan la dificultad de moldearlo
según un esquema prefijado, porque así como no existe el gobierno totalmente
omnipotente y eficaz, que logra todo lo
que se propone, tampoco existe un proceso educativo que garantice
totalmente que el producto final será el esperado.
Entonces, se concluye
que, los problemas de la educación se entienden mejor si los
enfocamos como parte de relaciones de poder y de estructuras de gobierno y de
organización de la sociedad.
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