domingo, 25 de mayo de 2014

aducían que el enfoque conductual no consideraba la importancia de los eventos internos, los cuales dan fuerza y forma a los comportamientos complejos, tales como la resolución de problemas.
Es así que, la psicología humanista, a pesar de haber tenido poca fuerza como movimiento dentro de la psicología educacional originalmente, tuvo gran impacto dentro de ésta en relación a profundizar en otros temas, que los anteriores enfoques no habían priorizado como la motivación, los afectos y la importancia de la naturaleza de la interacción profesor-alumno para ofrecer un ambiente óptimo de aprendizaje. Últimamente, la revisión de constructos como la autoestima, los valores y los afectos, constituyen un aporte fundamental a la disciplina.
La psicología cognitiva, la cual surge a partir de la preocupación por la naturaleza del pensamiento como una estructura cognoscitiva que no puede ser examinada por simple observación del comportamiento, llamó la atención sobre la importancia del análisis de contexto del que aprende, además del ambiente instruccional. Asimismo, destacó la importancia de fenómenos como la memoria, el razonamiento, la percepción, la resolución de problemas,  la metacognición y la creatividad, como funciones mentales que permiten el aprendizaje.
Otras áreas de interés de esta área consisten en las estructuras y organización de la memoria y los procesos de toma de decisiones. Tales estudios y otros están desarrollándose actualmente y ofrecen un amplio y prometedor espectro de intereses.
Por otra parte, debe considerarse que paralelamente a la evolución descrita en la década de los 70, vuelven a arreciar las críticas al alcance real de los aportes de la Psicología de la Educación. Esto se relaciona con la crisis económica que se produce a nivel mundial a partir de 1975, y que genera restricciones en las ayudas en investigación y reformas educativas, subrayándose con más insistencia el que los resultados empíricos acumulados han tenidos repercusiones prácticas limitadas. A partir de esto, se pone en duda la capacidad de la psicología de la educación para fundamentar científicamente el “arte de la enseñanza”. Esto abre un período de reflexión sobre la psicología educacional, sus fundamentos y futuro (Coll, 1992).
Algunas miradas pesimistas plantean que después de cien años de investigación sistemática en educación y psicología educacional, llegando a los noventa, aún no existe acuerdo si la investigación puede influir en la práctica educacional, cómo lo hace y bajo qué condiciones (Berliner, 2006). Si bien la investigación en educación ha cambiado, la pregunta sobre cómo la ciencia actual puede contribuir a la solución de los problemas prácticos es aún controversial.

Sin embargo, también hay miradas optimistas respecto del camino que toma la investigación en educación, lo que se hace patente el año 1981, año en que surgen cinco publicaciones independientes (de Calfee, Shulman, Simon, Snow y Resnick) refiriéndose al giro que estaría tomando la investigación llevada a cabo por psicólogos educacionales. Según Resnick (1981, citado en Berliner, 2006), la psicología educacional estaría considerando los problemas reales del mundo de la instrucción, en la medida que ha sido ésta la que ha comenzado a guiar el desarrollo de la investigación, y no viceversa. En general estos autores plantean que el conocimiento debe recorrer diversos caminos: de la psicología educacional a la educación, y viceversa, siendo esta última una dirección que con frecuencia ha sido olvidada; y además, debe ir de la práctica educativa a la teoría así como durante años fue del laboratorio a la teoría en los tiempos de Thorndike.

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