domingo, 25 de mayo de 2014

Como señala acertadamente Secadas (1970), la psicología de la educación no se contenta con observar el fluir espontáneo de la conducta, sino que trata de extraer las leyes que aseguren una eficaz intervención sobre el curso de la conducta. Estudia los acontecimientos en cuanto, influibles.
El carácter especial de la psicología de la educación consiste, entonces, en la pretensión de determinar los modos eficaces de influir sobre los hechos en orden a un fin, y las normas para establecer esa distinta eficacia de intervención. Mientras la psicología general observa, dentro de un determinado proceso el orden de los sucesos que lo regulan, la psicología de la educación, en cambio, los somete a cambios y estudia las leyes de dicho cambio con el fin de lograr un influjo eficaz. La psicología  de la educación debe estructurarse, por tanto, en torno al proceso de enseñanza-aprendizaje que, como hilo conductor, guía sus contenidos y la define como sistema coherente y organizado de conocimientos.

El problema de la Investigación Educativa:

Es importante considerar que los resultados de la investigación educativa no sólo no han alcanzado el nivel de satisfacción de otras disciplinas, sino que resultan, por lo general, decepcionantes, sobre todo, teniendo en cuenta la desproporción entre la cantidad de investigaciones y el valor de los resultados obtenidos. Esto tiene, desde luego, numerosas explicaciones.
Por una parte, la indiferencia de muchos especialistas que olvidan la investigación y se dedican a la práctica, también la falta de un nivel de investigación aplicada como la poseen otras disciplinas y, sobre todo, la complejidad de los fenómenos educativos en los que intervienen numerosas variables independientes.
Ante este escenario, la Fundación Spencer, comenzó en 1997 una investigación para estudiar las deficiencias de la preparación de los investigadores en educación en Estados Unidos, de manera de poder hacer propuestas para implementar mejoras en los años venideros.
Sin embargo, la investigación educativa ha mejorado en los últimos años, y muchas de las innovaciones educativas actuales son, en parte, resultados de la investigación como, por ejemplo, la creación de nuevos roles educativos, sistemas de agrupamiento, actividades extracadémicas, enseñanza en equipo, nueva organización del currículo, nuevas condiciones del ambiente en clase, nuevas configuraciones arquitectónicas, nuevas tecnologías, técnicas de intervención y de prevención psicopedagógicas, etc.
Esta investigación educativa, por tanto, es altamente necesaria, ya que no se admite más evidencia que la que proviene de las observaciones sistemáticas bajo condiciones controladas y con medios objetivos. La investigación no es una panacea, pero es el único camino para el progreso y el saber acumulativo. La investigación no se opone a la tradición sino que constituye un mecanismo de refinamiento superpuestos a las acumulaciones valiosas – lo que se retiene es lo que han aconsejado los buenos resultados- de la tradición y de la práctica sensata (Beltrán, 1987), que requiere seguir desarrollándose y potenciándose.


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