domingo, 25 de mayo de 2014

Al respecto, Comenio anuncia lo que en aquel entonces era una nueva indicación: “para cualquier estudio a los discípulos. De nada sirve dar preceptos si antes no remueves los obstáculos a los que preceptúas, dice Séneca” (Comenio, 1986). El método plantea el nuevo problema de captar la atención que haya de emprenderse, hay que preparar el espíritu de los discípulos. Hay que despojar de impedimentos de todos, en el momento en que la educación elemental se vuelve casi una obligación, todavía no legal, pero sí moral.Como la naturaleza comienza toda su actividad desde el interior hacia el exterior, “primero debe formarse el conocimiento de las cosas, segundo la memoria y tercero el habla y la mano. Debe tener en cuenta el docente todos los medios de abrir el conocimiento y utilizarlos congruentemente”. De allí que sea necesaria la formulación de “principios” o fundamentos “para la facilidad del enseñar y aprender”. Éstos afirman que:
I.                   Se empieza temprano antes de la corrupción del espíritu;
II.                Se actúa con la debida preparación de los espíritus;
III.             Se procede de lo general a lo particular,
IV.             Y de lo más fácil a lo más difícil;
V.                Si no se carga con exceso a ninguno de los que han de aprender;
VI.             Y se procede despacio en todo;
VII.          Y no se obliga a los espíritus a nada que no les convenga por su edad y por la razón del método;
VIII.       Y se enseña todo por los sentidos actuales;
IX.             Para su aplicación inmediata;
X.                Y siempre por un solo y el mismo método.
Notemos que los principios no decían nada acerca de la organización del aula: no decían, por ejemplo, si el maestro debía controlar individualmente a cada alumno o hablar a todo el grupo. Sólo intentaban asegurar que la llegada del mensaje docente estuviera garantizada, preparando la acción de enseñar en su ritmo constante.
Hay un elemento en la cosmología de Comenio que estructura toda su didáctica; ha sido caracterizado dentro de una corriente amplia de pensamiento cuyo auge se produjo en los siglo XV-XVII: el panteísmo (Hroch, 1992). Ésta es una concepción intermedia entre la visión sagrada del mundo que tenía la Edad Media y las nuevas corrientes profanas de la ciencia y del conocimiento de la naturaleza: “Una vez descubierto o intuido el sistema de la naturaleza, se lo atribuye a la omnisciencia divina, que impregna toda la creación de un cierto orden, porque la mente divina es perfecta. Esto es lo que la Escolástica llama “ordenado a uno”. A partir de esto la concepción panteísta, formulada por primera vez en Occidente por San Francisco de Asís, sostiene que la idea ordenadora es algo que está en la naturaleza humana, porque toda la naturaleza está impregnada de Dios.
Se trata de una idea de tradición oriental que no estaba en la tradición bíblica ni en la cristiana: toda la Creación está impregnada de su Creador, y éste está en la Creación” (Romero, 1987). Si la enseñanza extrae su estructura de la naturaleza, entonces ella parte de admirar al mundo como “Creación”. El eje central del método es esta relación que Romero describe como “ordenado a uno”; es decir, la variedad empírica y concreta de la naturaleza—aunque parezca desordenada- es en realidad un orden que proviene de un “uno” o totalidad singular como principio organizador.
Para Comenio, ese “uno” era, claramente, la divinidad. Por ello, cuando introdujo el método global o frontal lo hizo con una metáfora naturalista que contenía esta idea de un “uno” opuesto a una variedad empírica: “el sol”, que “no se ocupa solamente con objetos singulares, por ejemplo un animal o un árbol, sino que ilumina, calienta y da vida a toda la tierra” (Comenio, 1986). Con esta metáfora naturalista se presentaba el método global; a partir de entonces, la pedagogía postulará que el maestro (uno) ordenará a una variedad de alumnos frente a él.
El principio unificador en el aula era un intento de hacer sentir la divinidad a través de ese “derivado” de la naturaleza que es la enseñanza global. Esto estaba presente en el ideal metodológico de Comenio. Como “la naturaleza trabaja siempre de la misma forma”, Comenio recomendaba que:
1.      Haya un solo y mismo método para enseñar las ciencias; uno solo y el mismo para todas las artes; y uno solo e idéntico para todas las lenguas;
2.      En cada escuela se siga el mismo orden y procedimiento en todos los ejercicios;

3.      En cuanto sea posible, sean iguales las ediciones de los libros en cada materia. de este modo, con facilidad y sin dudas, se efectuarán todas las cosas.

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