La psicología educacional buscó
diferenciarse de la consejería, pues en ésta sus métodos tendieron a ser
informales, contrastando con la metodología de estudio dominante en la época y
consecuentemente, requería de un mayor rigor científico, por lo que la
disciplina debió enfocarse hacia el estudio científico del desarrollo humano.
Al mismo tiempo, en la medida que creció la fuerza laboral, la
industrialización y la división del trabajo, la psicología de la consejería se
orientó hacia el estudio del ajuste vocacional post educacional de mujeres y
hombres jóvenes. Con ello se desarrollaron técnicas de estudio del self y de
mediciones de aptitudes e intereses, diferentes a los aspectos abordados por la
psicología de la educación.
Por otra parte, se desarrolló el
movimiento por la salud mental, liderado por el norteamericano Carl Rogers,
quién desarrolló una línea terapéutica propia, lo cual llevó al surgimiento de
la psicología de la consejería como una disciplina independiente de la
psicología vocacional. Mientras la psicología vocacional se refería al
desarrollo de carreras e identidad laboral de personas, la conserjería se
aproximaba desde la perspectiva existencial fenomenológica (Glover y Ronning,
1987).
2.1.5. El período de los años 40, 50
y 60:
A partir de la década de los 40, se
quebró el signo ascendente de la psicología de la educación, y, de estar bien
asentada como División 15 de la APA, estuvo a punto de desaparecer. Los motivos
estaban bien fundados. En primer lugar, no parecía tener un campo propio, ya
que otras divisiones- como evaluación, personalidad o psicología escolar-
trataban los mismos temas. Por otra parte, los programas aparecían retrasados,
se producía muy poca investigación científica significativa en las revistas, el
currículo era ambiguo y difuso, sometido a las modas del momento. Es así que,
varias veces, se pensó en suprimir o reorganizar la psicología de la educación.
Sin embargo, Gage, presidente de la División, persistió en la necesidad de
continuar trabajando en ella, aventurando que ocuparía en la década de los
60-70 una posición privilegiada.
Así fue, en efecto, pues en 1966 era ya
la tercera División en número de afiliados. Desde entonces, ha empezado un
poderoso despegue, ocupando todavía hoy una posición avanzada en el cuadro de
las ciencias, tanto por el auge que va cobrando el ejercicio de la profesión,
como por la categoría de los autores y la investigación realizada.
En el área de la psicología educacional
los temas relevantes seguían siendo la medición, las diferencias individuales,
el aprendizaje y el desarrollo infantil. El aprendizaje, sin embargo estaba
siendo seriamente cuestionado, al menos en la forma en que había sido
conceptualizado hasta el momento, predominantemente según la teoría de Hull. El
método
hipotético deductivo de Hull parecía especialmente inaplicable a los
problemas de los profesores que debían
enfrentar al ayudar a sus alumnos a aprender. En ese contexto surgió el interés
por el trabajo de Skinner,
lo cual sumado al deseo de éste por enfrentar problemas educacionales, llevó a
una verdadera revolución en relación al concepto de aprendizaje en psicología educacional. El
viejo mentalismo de la motivación, variables intervinientes y constructos
hipotéticos, fue directamente atacado desde la perspectiva de un conjunto
(presumiblemente) de eventos simples y directamente observables: estímulos,
respuestas y consecuencias de las respuestas.
Rápidamente surgió una extensa
literatura del manejo de clases basada en este paradigma, y fue adoptada por la
psicología educacional y escolar en la aproximación a los problemas de
aprendizaje en clases (Glover y Ronning, 1987).
Es
así que cuando se inicia la década de los 50, unos treinta años después de la
fecha en que se suele marcar su nacimiento como disciplina científica, el
panorama de la psicología educacional es bastante complejo. En primer lugar, y,
luego de su
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